Mientras terminaba el partido, no les voy a mentir, me emocione un poco. No por el juego del equipo, no porque no haya pasado campeonatos con chance de ascender sino porque se me vinieron a la memoria los años que pasamos comiendo mierda, las broncas, los disgustos, los tragos amargos.
Cuando Giménez pego el silbatazo final la tensión, al igual que la de todos, se liberó en un grito de guerra al haber pasado una batalla más. Una de las 8 que quedaban de cara al partido por el ascenso.
Aníbal Biggeri decidió, de manera razonable, que quien reemplazara a Álvaro Cuello fuera Nico Gómez que si bien no tuvo un partido descollante, tampoco desentonó. Sin embargo, la falta del habitual número ocho titular, se hizo notar.
En lo estrictamente futbolístico, el partido fue como se esperaba. Duro, trabado pero con un funebrero dominante, sobre todo en el primer tiempo y con un rival que iba a venir a embarrar el juego a como diera lugar. Sin embargo con el corte y habilitación de Caro Torres y la posterior definición de Blanco, los nervios se sacaron de encima y el primer tiempo mereció algo más que solo el 1 a 0.
Ya la segunda parte fue un poco más trabada pero por impericia de Chacarita, al cederle la pelota a la visita y no aprovechar cada contra (o al menos alguna de ellas) siempre quedaba defendiendo hombre a hombre lo que nos hizo sufrir de más.
Es emocionante la entrega, por más que sea reiterativo, de Luciano Perdomo. Es un jugador que parece hecho a la medida de lo que este club quiere, hasta tuvo la chance de convertir de no ser por el 1 visitante.
Sufrió de más, mereció un poco más y se enredo en sí mismo. Sin embargo, Chacarita ganó la primera de las 8 finales que le quedan de cara al objetivo que es buscar esa ansiada final. Eso sí, de afuera venga lo que venga siempre vamos a estar con la ilusión como bandera.